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“El proyecto elemental es el proyecto mas simple posible, afirma la existencia de un hecho concluso; su signo característico es que ningún otro proyecto elemental puede estar en contradicción con él; es el diseño mas simple que significa arquitectura de la misma manera como “en relación de dos puntos separados por la misma distancia” es la designación mas simple que significa geometría.”

BORCHERS, JUAN. “Institución Arquitectónica”. Editorial Andrés Bello, Santiago.1968. Pág. 52.

PESO PROPIO

Bienal
Colaboradores: Leonrdo Quinteros - Maite Raschilla - Carmen Valdes / Dibujos: Sebastian Valois















































En unas horas, una calle completa en el barrio Franklin se transforma.
De un espacio doméstico, de veredas ajustadas, de calzadas armadas por las sombras llenas de las fachadas continuas, de solitarios árboles y luminarias silentes; da paso a algo totalmente nuevo y distinto. Este espacio tan presente en la zona centro sur de Santiago, simplemente se transforma. Por medio de invenciones muy precisas, el suelo del pavimento aloja vitrinas de telas con colecciones de objetos, las veredas estacionan carros con ropa, con comida al paso; los edificios cerrados se abren y aparecen calles hacia el interior, se desprenden y despliegan cortinas, se descuelgan los cientos de miles de objetos coleccionables que podrían resumir la historia de Santiago de un solo vistazo. La gente va de un punto a otro, cruza y rompe filas en las veredas. El ordenado damero de calles y esquinas, da paso a un campo irregular de trazados oblicuos. La gente en este nuevo escenario es otra, se multiplica en cruces, diálogos y transacciones. Este magnífico nuevo barrio ha aparecido de pronto. Cuando la tarde avanza, este hermoso y mágico despliegue comienza a retirarse, y poco a poco desaparece. El barrio cambia otra vez, y la sombra llena se queda nuevamente sola. 
Este ir y venir, es lo que mejor define el escenario de la XIX Bienal de Arquitectura y Urbanismo 2019. Un lugar donde las cosas flotan, parecieran ser volátiles, están allí para luego estar acá. Esta magnífica incoherencia, nos obliga a pensar en cómo desplegar el contenido de la curatoria en este lugar.
Desplegar y colonizar, tal como lo hace el barrio.
Dividir y fragmentar, para hacer esto más simple.
Agrupar y relacionar, en los espacios donde el barrio suele hacerlo.
Más que un montaje, proponemos una manera de usar el barrio, una estrategia para evidenciar este bellísimo orden subyacente. Una manera de hacer propio la idea de “lo común y lo corriente” como un valor que está siempre en las cosas, en los espacios, en los usos.
El montaje para la Bienal, Feria libre de Arquitectura, “Lo común y lo corriente”, pretende entender esta condición ferial como una manera de usar el barrio. Un espacio dinámico, móvil, versátil, flexible y transformable.
Una colección de carros de distinto tamaño y contenido serán desplegados en el barrio, haciendo de esta operación el montaje de la bienal. En él, lo común aflora, entendiendo los espacios como lugares comunitarios, como espacios de diálogos, que dentro del marco del barrio se transforma también en la idea de lo vecinal, incluso doméstico, lugares donde se generan acuerdos, conocimiento, vida. La idea de lo corriente complementa lo anterior entendiendo que estas dinámicas existen, y que la arquitectura únicamente busca entenderlas. Son eventos regulares y densos en contenido, pero que justamente la vida del lugar ya contiene. La manera de usar, de colonizar es una operación corriente en el lugar, que el proyecto solo busca visibilizar de otra forma.
Los carros no son otra cosa más que la Bienal misma fragmentada en trozos de menor tamaño. Al ser ligeros, se despliegan en el territorio llevando la bienal a la ciudad, y la ciudad a la bienal. Esquinas, calles, pasajes y patios interiores, ahora son justamente parte del mismo montaje.
Empleando ruedas, ejes, telas, y pequeños volúmenes de madera acerrada, los carros de la bienal serán coreografías dispersas en todo el barrio, una suerte de musculo que se estira y contrae para agrupar, dispersar y activar nuevos usos en el espacio público.
Pequeños cines, bibliotecas, foros, mesas de dibujo, o simplemente carros de energía, torres de señalización, o ruedas con información. Todas ellas piezas con una historia, una suerte de guion en el barrio, que permite colonizar de manera estructurada, activando alianzas entre carros, articulando pequeñas agrupaciones que permiten generar actividades combinadas con la gente y el espacio que los recibe.
De la misma manera, la muestra de la bienal irá dispuesta en carros que buscan desplegar el contenido entendiendo esto como una opción de intercambio siempre distinta. En algunos tendremos que entrar a un espacio traslucido, en otros solo ingresar en pequeños gabinetes, en algunos abrir puertas como grandes roperos para entrar en pequeños cuartos, en otros mirar desde arriba de una mesa, o bien, desde lugares donde solo se cubre desde los hombros hacia arriba. Cada uno una experiencia distinta.
Todo este universo compone el montaje.
Una familia de piezas, un montaje de fragmentos dispersos en la ciudad.