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“El proyecto elemental es el proyecto mas simple posible, afirma la existencia de un hecho concluso; su signo característico es que ningún otro proyecto elemental puede estar en contradicción con él; es el diseño mas simple que significa arquitectura de la misma manera como “en relación de dos puntos separados por la misma distancia” es la designación mas simple que significa geometría.”

BORCHERS, JUAN. “Institución Arquitectónica”. Editorial Andrés Bello, Santiago.1968. Pág. 52.

VIVIENDA PATIO

Anillo, voladizo y patio. Proyecto realizado por Tomas villalon Aguire y Patricio Correa.











LA CASA Y EL ARBOL
Observando la naturaleza las cosas parecen tan lógicas.
Muchas veces intentamos explicarlas, pero precisamente el no hacerlo concluye por darles más sentido.
¿Qué orden nos permitiría comprender una forma de habitar más primitiva, más simple, menos invasiva y menos pretenciosa?
Por ejemplo, una superficie expuesta al calor definirá un espacio con características incompatibles al cuerpo, una superficie protegida por la sombra definirá una situación intermedia entre el cuerpo y el calor. El árbol se constituye como la prolongación del cuerpo, y permite utilizar un espacio que quizás no tendríamos oportunidad de disfrutar. La sombra, completa el espacio natural y lo hace habitable, actúa como un intermediario resuelto donde las hojas, los tallos, el tronco, la altura y su posición se combinan armónicamente para resolver el problema planteado por el suelo y la radiación.
 De la misma manera, el interior de un espacio habitado por el hombre, no es otra cosa que una porción de espacio natural que se ha hecho habitado mediante la prolongación del cuerpo, aquella que logra situarse en la posición intermedia para resolver el problema planteado.
¿De qué manera un razonamiento arquitectónico podría abordar el diseño atendiendo el ejemplo que nos plantea el árbol como resolución de un problema?
Anterior al espacio arquitectónico, esta posibilidad (inquietud) nace de una observación, de un descubrimiento más que una invención, de aquellas cosas y actos que han estado ahí desde siempre, y que muchas veces dan sentido a lo evidente.
Frente al encargo de la integración como PROBLEMA, nos parece sensato concurrir, hacer evidente este descubrimiento como un LUGAR, como un ámbito con características propias que hagan evidente el mismo acto de integrar de manera espontanea.
El espacio de la sombra, del cobijo, de la referencia, de la integración de todos y para todos.
EL ARBOL ES PROBLEMA Y SOLUCION FRENTE AL CASO.
Bajo la sombra de un árbol, y bajo este ámbito, fundamos un lugar, desde donde el cual se define el orden de la casa.
Ante esta inquietud, la casa surge como una respuesta natural al asunto de generar un LUGAR, de hacer propio un suelo, de dar forma a un espacio, casi rayando un territorio con la suela del pie.
El CÍRCULO emerge como la geometría primaria de este lugar, y de este trazado. De rodear el árbol, árbol que no tiene frente, que no tiene adelante y atrás, que es un lugar por sí mismo, y ha de entenderse como tal.
“La casa y el árbol” se propone como una relación entre esta geometría y el acto del uso, de utilizar y hacer habitable un perímetro capaz de dar escala a un lugar, a un acto. Este perímetro es un contorno espeso, que alberga la vida.
Desde esta decisión, mensurable por el propio cuerpo, atendible por la referencia del árbol, y comprendida por la distancia de un vacio contenido, se funda el orden de las cosas.
Es este perímetro el que se atiende como espesor, como un ancho (horizontal y vertical) que da contención a los actos de la casa. Un espesor cambiante, que altera su mensurabilidad en relación a la cualidad de habitar lo privado y lo público. En la estrechez de lo íntimo, y en la amplitud de lo público se plantea una frontera gradual de las cosas. La vida habitada es una estructura compleja de matices, que ha de graduar su habitabilidad.
En los puntos medios esta muchas veces el valor agregado de las cosas.
El vacio contenido por el espesor, corresponde al nuevo espacio natural – arquitectónico, comprendido como el lugar de la integración, integración con el foráneo, con la naturaleza, con el viento, con el sol, con la familia, con el otro, con la lluvia, con el visitante, con el acto público del ocio, la discusión y el encuentro.
En su uso, la casa reduce todo aquel acto asociado al ámbito privado, a unidades pequeñas, a nichos reducidos a la métrica propia del acto individual. En contraparte, se propone integrar todo el resto de la vida, todo aquello que permite relacionarnos con otros, bajo la concepción de un mismo espacio capaz de integrar por descarte el resto de los actos.
La casa integra por descarte.
El vacio que nace del perímetro pretende heredar el carácter esencial de las cosas, quizás entender que el espacio existe en un límite muy delgado entre la arquitectura y la naturaleza. Reducir la arquitectura a lo mínimo, a lo primario y elemental, para dejar actuar el fin último de las cosas.
Arquitectónicamente el anillo, posee dos eventos particulares.
En primer lugar, el acceso que se sitúa como un espacio que deriva del levantamiento de una porción del perímetro de la vivienda, lo que permite vincular de manera horizontal el espacio público interior de la casa con el lugar donde la vivienda se funda.
En segundo lugar, en el corazón del proyecto, se ubica la cocina, la cual posee la doble función de integrar, y vincular la relación funcional del interior con el exterior.
La cocina acentúa la vida interior como punto de reunión, integración y relación de la vivienda con el espacio natural exterior, dándole una lectura ininterrumpida entre jardín y casa, casa y jardín.
El proyecto, material y constructivamente se propone en hormigo armado, de forma hermética hacia la calle, dando de esta forma, un rol definitorio a la vida interior familiar.