LA CASA Y EL ARBOL
Observando la naturaleza
las cosas parecen tan lógicas.
Muchas veces intentamos explicarlas, pero precisamente el no hacerlo concluye
por darles más sentido.
¿Qué orden nos permitiría comprender una forma de habitar más primitiva, más
simple, menos invasiva y menos pretenciosa?Por ejemplo, una superficie expuesta al calor definirá un espacio con características incompatibles al cuerpo, una superficie protegida por la sombra definirá una situación intermedia entre el cuerpo y el calor. El árbol se constituye como la prolongación del cuerpo, y permite utilizar un espacio que quizás no tendríamos oportunidad de disfrutar. La sombra, completa el espacio natural y lo hace habitable, actúa como un intermediario resuelto donde las hojas, los tallos, el tronco, la altura y su posición se combinan armónicamente para resolver el problema planteado por el suelo y la radiación.
De la misma manera, el interior de un espacio
habitado por el hombre, no es otra cosa que una porción de espacio natural que
se ha hecho habitado mediante la prolongación del cuerpo, aquella que logra
situarse en la posición intermedia para resolver el problema planteado.
¿De qué manera un
razonamiento arquitectónico podría abordar el diseño atendiendo el ejemplo que
nos plantea el árbol como resolución de un problema?
Anterior al espacio arquitectónico, esta
posibilidad (inquietud) nace de una observación, de un descubrimiento más que
una invención, de aquellas cosas y actos que han estado ahí desde siempre, y que
muchas veces dan sentido a lo evidente.
Frente al encargo de la integración como PROBLEMA,
nos parece sensato concurrir, hacer evidente este descubrimiento como un LUGAR,
como un ámbito con características propias que hagan evidente el mismo acto de integrar
de manera espontanea.
El espacio de la sombra, del cobijo, de la
referencia, de la integración de todos y para todos.
EL ARBOL ES PROBLEMA Y SOLUCION FRENTE AL CASO.
Bajo la sombra de un árbol, y bajo este ámbito,
fundamos un lugar, desde donde el cual se define el orden de la casa.
Ante esta inquietud, la casa surge como una
respuesta natural al asunto de generar un LUGAR, de hacer propio un suelo, de
dar forma a un espacio, casi rayando un territorio con la suela del pie.
El CÍRCULO emerge como la geometría primaria de
este lugar, y de este trazado. De rodear el árbol, árbol que no tiene frente,
que no tiene adelante y atrás, que es un lugar por sí mismo, y ha de entenderse
como tal.
“La casa y el árbol” se propone como una relación
entre esta geometría y el acto del uso, de utilizar y hacer habitable un
perímetro capaz de dar escala a un lugar, a un acto. Este perímetro es un
contorno espeso, que alberga la vida.
Desde esta decisión, mensurable por el propio
cuerpo, atendible por la referencia del árbol, y comprendida por la distancia
de un vacio contenido, se funda el orden de las cosas.
Es este perímetro el que se atiende como espesor,
como un ancho (horizontal y vertical) que da contención a los actos de la casa.
Un espesor cambiante, que altera su mensurabilidad en relación a la cualidad de
habitar lo privado y lo público. En la estrechez de lo íntimo, y en la amplitud
de lo público se plantea una frontera gradual de las cosas. La vida habitada es
una estructura compleja de matices, que ha de graduar su habitabilidad.
En los puntos medios esta muchas veces el valor
agregado de las cosas.
El vacio contenido por el espesor, corresponde al
nuevo espacio natural – arquitectónico, comprendido como el lugar de la
integración, integración con el foráneo, con la naturaleza, con el viento, con
el sol, con la familia, con el otro, con la lluvia, con el visitante, con el
acto público del ocio, la discusión y el encuentro.
En su uso, la casa reduce todo aquel acto asociado
al ámbito privado, a unidades pequeñas, a nichos reducidos a la métrica propia
del acto individual. En contraparte, se propone integrar todo el resto de la
vida, todo aquello que permite relacionarnos con otros, bajo la concepción de
un mismo espacio capaz de integrar por descarte el resto de los actos.
La casa integra por descarte.
El vacio que nace del perímetro pretende heredar
el carácter esencial de las cosas, quizás entender que el espacio existe en un
límite muy delgado entre la arquitectura y la naturaleza. Reducir la arquitectura
a lo mínimo, a lo primario y elemental, para dejar actuar el fin último de las
cosas.
Arquitectónicamente el anillo, posee dos eventos
particulares.
En primer lugar, el acceso que se sitúa como un espacio
que deriva del levantamiento de una porción del perímetro de la vivienda, lo
que permite vincular de manera horizontal el espacio público interior de la
casa con el lugar donde la vivienda se funda.
En segundo lugar, en el corazón del proyecto, se
ubica la cocina, la cual posee la doble función de integrar, y vincular la relación
funcional del interior con el exterior.
La cocina acentúa la vida interior como punto de reunión,
integración y relación de la vivienda con el espacio natural exterior, dándole
una lectura ininterrumpida entre jardín y casa, casa y jardín.
El proyecto, material y constructivamente se
propone en hormigo armado, de forma hermética hacia la calle, dando de esta
forma, un rol definitorio a la vida interior familiar.