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“El proyecto elemental es el proyecto mas simple posible, afirma la existencia de un hecho concluso; su signo característico es que ningún otro proyecto elemental puede estar en contradicción con él; es el diseño mas simple que significa arquitectura de la misma manera como “en relación de dos puntos separados por la misma distancia” es la designación mas simple que significa geometría.”

BORCHERS, JUAN. “Institución Arquitectónica”. Editorial Andrés Bello, Santiago.1968. Pág. 52.

COLEGIO MONTESSORI

Louis Kahn comentó hace algunos años a Vincent Scully que la belleza de las catedrales estaba en que en ellas se podía leer cómo los pesos descargaban las fuerzas sobre cada elemento. Un simple examen podía mostrar que las cargas bajaban de la cumbre a la base siguiendo una ruta diseñada por la propia arquitectura, quien se hacía responsable que la estructura comunicara su rol como soporte y expresión: “La gravedad no descansa”.
Este proyecto, persigue esta máxima.
Un conjunto de vigas dispuestas unas sobre otras, unas en compresión apiladas y otras flexionadas viajando de apoyo a apoyo.
Para esto el suelo inclinado elabora un zócalo, un sistema de niveles de hormigón armado que alojan estas piezas regulando sus niveles en la medida que se escalonan unas sobre las otras.
Las piezas se articulas utilizando el remanente de terreno disponible para alojar nuevas salas de clase de un colegio Montessori. Su disposición permite generar nuevos espacios tanto interiores como exteriores, valorando los lugares indefinidos y espontáneos entre las vigas y el suelo.
Estas vigas, a su vez son mobiliarios con espesor que alojan el mundo de cada aula, entendiendo que en ellas se desarrolla el conocimiento como áreas de juegos, zonas de ensayos, donde las cosas se montan y desmontan para alojar las actividades académicas.
Un edificio pensado casi como un juego mismo, donde la gravedad y su apilamiento definen las reglas, restricciones y expresión del proyecto.

“La gravedad no descansa”.