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“El proyecto elemental es el proyecto mas simple posible, afirma la existencia de un hecho concluso; su signo característico es que ningún otro proyecto elemental puede estar en contradicción con él; es el diseño mas simple que significa arquitectura de la misma manera como “en relación de dos puntos separados por la misma distancia” es la designación mas simple que significa geometría.”

BORCHERS, JUAN. “Institución Arquitectónica”. Editorial Andrés Bello, Santiago.1968. Pág. 52.

MUSEO HISTORICO NACIONAL

Columnata / Pilar y Viga. Proyecto realizado por Tomás Villalón, Guillermo Hevia G, Nicolas Urzua.

























 





















El proyecto para el Edificio Anexo del Museo Histórico Nacional, en la Plaza de Armas de Santiago, es la construcción de un vacío, un jardín que se rodea por un edificio.
Nuestra primera decisión ha sido completar la secuencia lógica de patios que ha caracterizado a las construcciones del centro de Santiago y que les otorga su calidad y singularidad, generando así una nueva secuencia interior entre el Patio del Museo, el nuevo Jardín del Museo y el Patio del Edificio de Bomberos.
En un contexto donde el suelo es escaso, la generación de un vacío lo más grande posible, equivalente en tamaño y complementario al patio central del museo, con la vocación de un jardín interior, lleno de colores, perfumes y estímulos para los sentidos, aparece como una atmósfera de incalculable valor.
El edificio es el resultado de construir este nuevo vacío y potenciarlo como espacio de pausa, descanso, reunión y recuerdo.
Históricamente el primer patio de los edificios y construcciones de aquella época, es duro, empedrado, público, y destinado a recibir visitantes y carruajes. El segundo patio, por el contrario, es más privado, “es el jardín clásico, admirado por los viajeros que llegan a Chile, un pequeño oasis de frescura y fragancia en medio de la ciudad”[1]
Se ha construido este nuevo jardín rodeado de corredores (siguiendo la estructura existente en el primer patio) y ha sido dividido en 4 paños florales y vegetales variables, con una fuente de agua en el centro. “El agua es la que levanta el espíritu y también presta un servicio utilitario, regando los 4 cuadros de flores y vegetación, donde hay una gran variedad de ellas: camelias, rosas, lilas, violetas, peonías. También hay plantas aromáticas: jazmín, madreselva, azahar del naranjo, arrayán, ñipa, cuyo perfume se deja sentir temprano en la mañana o bien entrada la tarde, recogido por la interioridad del patio.”[2]
Este nuevo jardín será el centro del proyecto, y busca construir un espacio que siempre debió haber estado allí. En torno a este jardín funciona y se estructura el nuevo edificio.
En ese sentido el nuevo jardín está presente y cualifica todos los recintos. Ya sea a través de la relación directa con el corredor y el primer nivel, mediante vistas puntuales hacia él desde todos los niveles, o a través de los otros sentidos, como la percepción del perfume de sus flores y frutales, o el sonido del agua de la fuente, de manera de que siempre podemos verlo o sentir su presencia.
Los recorridos que integran el edificio histórico con el nuevo proyecto, se producen a través de este nuevo orden de patios, completando una estructura de corredores a modo de un deambulatorio continuo, de manera de integrar lo histórico y lo nuevo de manera armónica. El programa en ese sentido cumple un rol fundamental, y ha sido organizado en torno a niveles (y no a edificios) de manera de que el resultado sea un único edificio, totalmente integrado y unitario.

GHG.



[1] Irarrázabal, Raúl, Architectura chilena: la búsqueda de un orden espacial, Santiago, Chile, Editorial Nueva Universidad, 1978, pg. 14
[2] Irarrázabal, Raúl, Architectura chilena: la búsqueda de un orden espacial, Santiago, Chile, Editorial Nueva Universidad, 1978, pg. 14